Como en
un circo, en un teatro, para el caso indiferente, cada escena de su vida, tras
un telón aparece, del color que a su absoluto, albedrío el destino prefiere; la
bondad, la fortaleza, el perdón, la eternidad, la locura, la inconsciencia, el
dolor, la simetría, la avaricia, la verdad, la mentira, la amargura, los
amigos, las mujeres, el sol y a veces la luna, el dinero, la pobreza, el sueño,
el insomnio eterno; no hay adjetivo posible, tampoco existen pasiones, los
sentimientos se anulan, aunque sean tan infinitos, que la eternidad sea un
juego.
La vida
se escribe en verso, con trazos tan afinados, que aparenta ser perfecta, pero
en el fondo hay un caos, un desorden tan preciso, que si se quita una letra, se
pierde todo el sentido; hay un aroma en el viento, a perfección insoluta, al
azar como una copa, de un vino con mucho cuerpo, cada trago embriaga el alma,
de románticos momentos, pero la suerte está en todos, o en ninguno, no hay
remedio.
Con el
tiempo el que bebía, aprendió a catar la suerte, a bocanadas la prueba, aunque
tragarla no pueda, la escupe como un presagio, de que el vino es un albur, una
treta del destino, que ha engañado sin conciencia, que conciencia ha de tener,
el más cruel de los amigos, que acompaña en la batalla, pero jamás la pelea, y
de hecho la abandona, si en el cielo no hay fortuna.
Sin
embargo quien renuncia, cuando el infortunio acecha, perdiendo en su razón la
guerra, exhala su último aliento, ignorando que a su mente, la esperanza atrae
la fuerza; la certidumbre se ha ido, su alma está derrotada, su destino a
decidido, sus opacos pensamientos, están sobre la balanza, sobre el costado más
negro, y ciegan con una venda, que fabricó su mirada, esa vista que en días
nobles, observaba al infinito, con una risa en el alma, que lo hacía escalar
montañas; el azar no es enemigo, pero tampoco secuaz, el éxito es un testigo,
de quien llama a la fortuna, y de la mano la lleva, por dónde quiera camina.
El
orgullo y la arrogancia, son infieles compañeros, y como si fuera poco, a la
tristeza acogieron, desvanecen como un vicio, la alegría, a veces los sueños.
Cada
asunto que demande, la presencia de la suerte, como compañía debiera, asilar a
la alegría, desafiar a la inconsciencia y apelar a los anhelos, pues el azar es
de hecho, una opción y no un designio, la suerte es una ruleta, que no tiene
movimiento, el ganador es quien toma, por sus manos el acierto, y no permite
respuestas, que no alimenten sus sueños.
Los
temores que hacen fuerte, y poderoso al azar, debilitan el carácter, y corrigen
a la mente, enmiendan erradamente, los vacíos que en el alma, permiten que la
fortuna, penetre los sentimientos.
El amor,
la fortaleza, la felicidad, la luz, el cielo azul, las montañas, las calles y
las murallas, es difícil decir cuando, decir en donde imposible, pero hay un
tiempo y lugar, en donde el azar no entra en juego.
Si el
destino tercamente, ofrece opciones sin suerte, no significa que el mundo,
conspire en contra del ser, lo que hay que entender entonces, es que la
felicidad es siempre, una búsqueda inconclusa, que requiere valentía, que
precisa del coraje y que tiende al infinito; lo que significa entonces, que el
más suertudo es quien tiene, menos suerte que cualquiera, porque su destino
entonces, será buscar a la suerte, que por suerte no ha extraviado; es entonces
más feliz, quien no es feliz por completo, porque aún piensa que el azar, está presente en su juego; pero por suerte se niega, a aceptar
que la fortuna, ha acompañado sus pasos, porque si llegara el día, que
entendiera que la suerte, ha estado siempre a su lado, sería feliz por
completo, y entonces no habría remedio, sería infeliz de momento.
¡La Virgen!
ResponderEliminarCantar quiero la hermosura, de este relato poema, cuyas comas se acompasan, a la voz de la lectura, mas se deslizó un "a decidido" que enturbiome la sesera.
ResponderEliminarTodo un ensayo filosófico sobre la suerte, el azar, y su contradicción con la persona a quien afecta. Salvando las distancias (o sin salvarlas), creo que el autor es la reencarnación de Calderón de la Barca, a quien le ha llegado su esencia y vocación, pero aún no el resto.
Felicidades.