Paquita de los Dolores –Capítulo I
Paquita de los Dolores entró en
el centro comercial. Estaba cansada de trabajar todo el día en la fábrica y
necesitaba comprar cuanto antes aquel regalo para su amiga e irse a casa, a
ponerse las pantuflas y mandar a la porra el mundo. Miró en la sección de
música, pero su amiga era una de esas raritas a las que todavía le gustaban los
clásicos y leer en pijama junto a la ventana zampando chocolate.
–¿Tienen
algo de Bach por favor?
El chico de rojo que pasó como
una exhalación le dijo que no había oído hablar nunca de ese grupo. Se dirigió
a la zona de libros. Como no tenía paga de Navidad, por aquello de los
recortes, miró el montón de saldos que se apilaban en una cesta, como las de
los huevos de antaño. Un pequeño libro de relatos con un magnífico dibujo en la
portada llamó su atención. Ojeó el contenido:
“Que yo digo, que si por azar
abrimos la caja de Pandora y sale un zombi planteándose si hay vida antes de la
muerte…”.
A su amiga le gustarían aquellos
dibujos. Se fue directa al final para ojear el índice de los relatos:
-Los tres juanetes.
-758 Recuerdos de Bedlam.
-La rata capítulo 3000.
-El Retiro a los 67.
-La Antártida en plan cursi.
-¡Manué vuerve¡
-Tocata en el confesionario.
-Un trío de botas.
-Polvete entre girasoles.
-La matanza. Retrospectiva
del lomo de orza (demasiao bueno y nos lo han quitao)
-Nuericidio en el geriátrico.
-Está doblao el oro español.
-La mujer de popeye (Olivia)
-¿Quien?.
-La respuesta: ¡propaganda del Carrefu¡
-Columna con jarrón. No tocar.
-Tras el cristal. Y dale, no
tocar.
-El camino… (no lo puedo evitar)
…que lleva a Beeeelén. Raphael.
-Viaje alrededor de una pelusilla.
Paquita de los Dolores vio con el
rabillo del ojo el brillo de una estantería dorada, con luces de colores
intermitentes y cientos de ejemplares en oferta de aquel bombazo del que
hablaba todo el mundo. Soltó el saldo en la cesta donde permanecería otros
doscientos años y compró las 1587 sombras de un tal Grey.
Las aventuras de Paquita de los Dolores (capítulo II)
Paquita de
los Dolores llega a su casa. Tira los zapatos por el aire y un tufillo a queso
revenido se esparce entre las tenues formas de la habitación. Sus
pantuflas, que imitan en chino el pelo de un leopardo, le proporcionan por el
momento todo el placer que busca. Las 50 sombras del tal Grey están en la bolsa
del Centro Comercial. Tal vez debería haberle comprado a su amiga el otro
libro, el de “Relatos del Corral” que valía 2,99 euros. Después de todo no son
tan amigas como para gastarse un dineral en el regalo de reyes. Ojea el libro
de Grey para ver por qué coj…, perdón por qué razón es tan caro. No tiene
dibujos ni fotos. Lee una página al azar:
…su miembro tan viril, duro y erecto,
gigantesco, emergía por encima de la espuma de la bañera como un periscopio. Un
movimiento preciso y los dos navegábamos sobre aquellas olas con aroma a
lavanda, mientras sus ojos azules se posaban en mis turgentes pezones excitados…
Empieza a
oler a queso fundido en la habitación de Paquita, pero no es del Pizza Hart de
abajo, es que a Paquita se le están yendo los Dolores. Sigue leyendo dos
capítulos más adelante:
…el Sr. Grey me toma por detrás, sus dos
manos me arrancan el sujetador y exprimen mis senos. Con su miembro endurecido
pulsa el botón de parada del ascensor, la temperatura se pone al rojo vivo…
Paquita sin
Dolores se guarda el libro en la mesita de noche. ¡A la guarra de su amiga que
le den!. Corre hacia el cuarto de baño y abre el grifo de la bañera. Echa un
chorretón de Gel Hacendado y un bote de sales que estaba de adorno en la repisa
desde que se casó su prima Rosita, hace 10 años.
Su Sr. Pepe
vuelve del trabajo. Al entrar en casa no nota el olor a queso porque su camisa
apesta a sobaco y tortilla de cebolla del Bar Tea. Saluda con una voz
aterciopelada:
—¡Paaaaca,
que ya he venío!
Se desabrocha lentamente el cinturón. Con un
movimiento de cadera muy sexi, se baja los pantalones y se quita la camisa
despacio, botón a botón. ¡Uumm! 120
kg de carne flácida concentrados en un metro cincuenta y
cinco de altura. En calzoncillos blancos de cuello alto, pelambrera en pecho y
calcetines negros, entra al cuarto de baño para mear.
—¡Qué susto mas dao condená! ¿Qué haces en la
bañera, tas puesto mala?
—Métete cariño mío. Le dice con noventa y
cinco kilos de razones y una voz cadenciosa.
Los ojos del
Sr. Pepe se abren como platos. Su Paca parece otra. No lo duda y de un salto
“casi mortal” se quita los calzoncillos y se mete con calcetines y todo en la
bañera.
Como ella ha
cogido el mejor sitio, él pone el culo a presión sobre el tapón y una ola con
espuma de oferta se esparce por el pasillo, evocando las lejanas playas de los mares
sureños.
—¡Que se sale el agua!
Con un
movimiento impreciso, el tapón se desplaza y el agujero succionador de la
bañera le hace ventosa al Sr. Pepe. En ese momento tiene lugar la mirada más
ardiente y la conversación más corta y sensual jamás habida entre ambos.
—¡Ahg!
—¡Uy!
Y el Sr. Pepe
experimenta por primera vez en su vida una aproximación intrínseca a los
oscuros entresijos del sexo sadomasoquista.
To be continued…
Cronopio.
¡Genial! Estoy deseando leer el resto de los capítulos.
ResponderEliminarHola Anónimo. De momento se encontró el capítulo I que estaba perdido.
EliminarGracias por seguirnos. Yo no soy la autora de las andanzas de Paquita, pero le diré que esperas el capítulo III.
Pero ¿cuando sale el siguiente capítulo...?
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