viernes, 4 de septiembre de 2015

Poemas del adiós- Algeciras




Cuando los problemas no se resuelven al principio, acaban por estallar. Los cuatro jinetes del Apocalipsis cabalgan de nuevo.

         ALGECIRAS

Alguien canta al otro lado del mar
se oye el rumor.
Si, debe de ser un canto.
Se ven pateras que cruzan
a través del estrecho
Desde la otra orilla,
 se sigue oyendo un canto.
¿Será tal vez un llanto?
                                                                            

                                                              Mayo 2008






jueves, 6 de agosto de 2015

RECORDANDO A LUISMI

Creo que lo que sigue merece una explicación: muchos de los miembros del Corral de las Palabras nos encontramos en el Certamen de Relatos breves del Canal Literatura de Murcia. Durante meses, mientras esperábamos el veredicto del jurado, hicimos amistad algunos de los concursantes. Nos buscamos un local virtual para reunirnos y allí empezó una hermosa historia de amistad. Al principio, acudíamos embozados tras los disfraces que los seudónimos nos proporcionaban y, cuando terminó el Certamen, nos desenmascaramos para seguir con una experiencia que a todos nos ha enriquecido. Ayer, aquél don Juan Tenorio que visitaba la vieja bodega, ha rescatado para nuestro recuerdo las palabras con las que se despedía de sus amigos virtuales del Certamen, antes de encontrarse con los de carne y hueso que le esperaban en El Corral.


He buscado y encontrado este comentario que Luismi hizo en el Canal, en la Vieja bodega, el 15 de febrero de 2013. Aún no nos conocíamos, aún no habían caído las máscaras de aquellos increíbles meses de Morfeo, Dies Irae, don Juan Tenorio... 
Las líneas de Luismi son hoy como un testamento:

Porque al final lo que cuenta es que nos hayamos encontrado en esta encrucijada virtual y aunque unos tomen un camino y otros el opuesto, el recuerdo quedará siempre en la memoria…
Y para los que todavía compartan camino durante un buen trecho, que éste sea tan enriquecedor para todos como lo ha sido hasta ahora.
Me tranquiliza el hecho de saber que podemos continuar en contacto a través de esta página por lo menos hasta que tengamos la posibilidad de hacerlo a través de las redes sociales.
No quiero despedirme sin antes dejar en esta cálida y acogedora bodega un fuerte abrazo para todos/as los que aquí compartís vuestros sabios comentarios, y especialmente para tí, mi querido/a Asesino/a, nuestro/a gran anfitrión/a.
Espero volver pronto por aquí, y si os ha gustado el orujo, os prometo unas cuantas botellas más para la próxima ocasión.
Muy gustoso volveré a coger el viejo tren de madera.
À bientôt chers amis






Disculpadnos que sigamos llorándole.


Mi querido amigo, el viento se encargará de repartir tus cenizas por el mundo entero. Esa imagen me da cierto consuelo, pues tú deseabas recorrerlo de punta a punta y vivir en todos sitios.
Descansa en paz, amado Luismi. "
                                                           Tornado Celeste


miércoles, 5 de agosto de 2015

A las cinco de la tarde

Sé que es agosto y que daban tormentas.

El cielo se ha puesto negro y retumba el trueno.

Que el fuego te consuma veloz y podamos devolver la ceniza a la tierra

el polvo al polvo.

Hasta siempre, Luismi.
                                                                      Signorina Pirandello




Para ti, lo nuestro siempre estaba bien.



A las cinco de la tarde
de este lunes de agosto
serás polvo, compañero,
polvo quevediano enamorado.

Te releo en tu primer andén de tinta,
con el equipaje humilde de sonrisa
y de farándula.
Alguien vestido de bruma
te estaba esperando en el próximo tren.

El último romántico,
Michel de Bergerac,
como aquel Cyrano de papel.
Luismi, pasión, inocencia,
leyenda y bosque.

Me hiere tu sueño de un futuro
ya imposible.
Nos hiere la Gran Segadora
que te dio una cita
sin avisarte a través del móvil.

Me hiere este implacable
azar de tu muerte.
                                                                                 Sombra Tenorio



martes, 4 de agosto de 2015

Luis Miguel López Alonso-Gascó. Michel de Bergerac.

A Luis Miguel que navega ya por los grandes ríos. 




Por los ríos y lagos canadienses

navegas y nos dejas sin consuelo.

Con sus dioses cabalgas por su cielo

tan lejos de los cielos matritenses.

En sus sagrados bosques, los valientes

esperan tu llegada con desvelo

y aquí nos dejas, cubiertos con el velo

de la pena, llorosos y dolientes.

Nos dejas, sí. Te has ido tan silente

que has hecho que tu marcha nos asuele

y huérfanos de ti, ya siempre ausente,

qué podemos decir que nos consuele.


Hasta pronto Luismi.

                                                     El Gato de Cheshire


Agosto nos ha entrado como un Mihura: uno de nuestros más queridos compañeros se ha marchado y nos ha dejado desconcertados, doloridos y tristes, muy tristes. Luis Miguel López Alonso-Gascó, que así se llamaba en realidad Michel de Bergerac, se nos ha muerto a traición, cuando la vida le había dado una preciosa familia y un montón de amigos. Luismi, era alguien que irradiaba bondad y buen humor. Una de esas personas que te hacen creer en la humanidad: solidario, enamorado de la naturaleza y optimista. Se indignaba con las injusticias y llevaba en sus ojos prendida la juventud eterna.  Queremos rendirle un homenaje aquí, en su blog, y este mes os enseñaremos lo que escribió en las dos Antologías del Corral de las Palabras, para que vosotros lo disfrutéis, sin el dolor que nos produce a nosotros su ausencia.
                                         
                                                                    La Reina de Corazones.


martes, 14 de julio de 2015

Grecia



En el año 594 a. de C. Solón promulgó una constitución que abolía la esclavitud por deudas. Aquella constitución fue la cuna de Europa.
En el año 2015, Alemania abolió aquella constitución. ¿Será esta abolición el ataúd europeo?
No lo sé, pero de aquello tan antiguo nos quedarán cosas tan modernas como ésta de Odysseus Elytis:

Del Egeo

El amor
El archipiélago
Y la proa de sus espumas
Y las gaviotas de sus sueños
En la vela más alta el marinero hace ondear
Una canción

El amor
Su canción
Y los horizontes de su viaje
Y el eco de su nostalgia
En la roca más mojada la novia espera
Un barco

El amor
Su barco
y la despreocupación por sus vientos etesios
Y el foque de su esperanza
En su más suave oleaje una isla acuna
La llegada.
II
Juguetes las aguas
 En los sombríos vados
Anuncian con sus besos el alba
Que despunta
Horizonte -

Y las palomas torcaces un eco
Hacen resonar en su cueva
Despertar azul en la fuente
Del día
Sol-

Da el mistral la vela
Al mar
Las caricias de los cabellos
A la indolencia de su sueño
Relente -

Una ola en la luz
Hace renacer los ojos
Donde la Vida boga hacia
La contemplación
Vida-
III
Murmullo beso en su arena acariciada - Amor
Su libertad azul la gaviota
Entrega al horizonte
Olas vienen y van
Espumosa respuesta en los oídos de las caracolas
¿Quién se llevó a la muchacha rubia y quemada por el sol?
La brisa con su soplo transparente
Inclina la vela del sueño
A lo lejos
Amor su promesa murmura -

Bisbiseos.

De "Orientaciones"
Ediciones del oriente y del mediterráneo 1996
Versión de Ramón Irigoyen

jueves, 25 de junio de 2015

OPERACIÓN BIKINI

Van andando deprisa
las andarinas.
No de paseo, no, sino deprisa.
Echan un pie adelante, veloz y ciego,
con radar en la suela, de aeroplano.
Y sin posarlo, alza su vuelo el otro.

Sudan las sudaderas
las andarinas.
Sin mirar adelantan al paseante.
A pesar de su prisa, hablan y hablan.
De qué hablarán. Tan solo se oye
al pasar, el rumor, de una manada.

Han desaparecido
las andarinas.
Era su meta un bar de desayunos.
Cuando el viandante llega, solo se encuentra
unos platos con restos. Y picotean
entre sus dientes de cocodrilo, mil pajarillos.

sábado, 6 de junio de 2015

Eduardo Sosa contesta

Hola...queridos naùfragos tinteros! Nunca màs cierto eso de que"...los últimos seràn los primeros" Aquì estoy si me llaman y màs aùn si es para seguir desangrándonos juntos, en esta batalla inacabable por contagiar nuestros sueños oscuros...Un abrazo!!!

INVOCACIONES


... -Escribe para mí...- Me dijo. Y le creí. Le creí porque aún tenía el entusiasmo del novato. Del que, aunque en su fuero interno, intimo, sabe que es bueno escribiendo, se impone a si mismo, cientos de barreras. Emocionales la mayoría. Había ganado un par de concursos que en los últimos cinco años, me llenaron de satisfacción, no de dinero. Aún así, mi ambición pasaba por encontrar las palabras justas, proféticas, llenas de oropeles y giros sintácticos que salieran al mundo como hijos pródigos. Palabras que fuesen entendidas por la gente común y los eruditos en la materia. En cientos de idiomas. Por diferentes culturas. En ciento de idiomas. Luego de eso, quizás podría retirarme a descansar. mi mente y mi alma. Dedicarme sólo a permanecer, con un nombre y una obra, en el corazón de mis admiradores. Curiosos. Ávidos de volver a leerme. Y esta parecía ser la oportunidad. La que todos esperamos. La que, según dicen, sólo se presenta una vez. Su traje estaba impecable. El peinado, sin embargo, con todo un negro cabello tirado hacia atrás, brillante azabache, decorando una frente amplia, parecía antiguo para esta época. Demasiado lustroso. Lo que impresionaba, sin embargo, de ese rostro, eran sus ojos. Bajo espesas cejas. Ojos gatunos, verdes. Una nariz recta y cortada a cincel. La boa ancha, carnosa, sobre un mentón, podríamos llamarlo, recto y un gracioso y apenas perceptible, hoyuelo en él. La piel olor morena, de tipo oriental. ¿Iraní, Norafricano, Portugués...? Hombros anchos. Alto. Su mano izquierda aferraba un maletín negro. La otra, la derecha, se extendía, abierta, esperando estrechar la mía. Así, sin más. Estaba parado frente a mí, en el hall de casa. "Escribe para mí..." Había dicho y su voz era firme. Convencido íntimamente de que yo no me negaría. De que no podría negarme... -Perdón...? Buenos días...Ud. es...?- Le repliqué, estrechando su mano. Estaba fría. Fueron segundos de indecisión los que me recorrieron como una descarga eléctrica. La casa, la calle, la gente, los árboles, el ruido normal de las cosas alrededor y la visión de ellas, se tornaron borrosas, Sólo su figura y ahora su sonrisa, se recortaban frente a mis ojos. Le solté, tal vez, bruscamente la mano y él volvió a hablar.-¿Es tan importante el nombre de alguien..? Buenos días, llegué hasta Ud. por referencias de un librero amigo, alguien que conoce muchísimo de literatura y...aunque Ud. no lo sepa ó lo crea, quedó admirado de su prosa...Marcus, es mi nombre...Marcus Robertson...- Yo sabía que mentía. Aún hoy, estoy seguro que si en ese instante, le hubiese dicho que se fuera, que no me interesaba su propuesta, tal vez estaría horriblemente arrepentido. Curly, el escuálido gato negro que hacía las veces de amo de llaves en mi solitario y húmedo departamento, maulló lastimeramente. Saltó de la mesita del teléfono, ubicada junto a la escalera que llevaba a la planta alta, con pasos y giros silenciosos, elegantes. Se arrebujó entre sus piernas. Los animales entienden. Aceptan o no a las personas. Marcus se inclinó, depositando su maletín displicentemente en el piso. Acto seguido, alzó con una exagerada ternura al gato. Todo parecía natural. Los gestos, la familiaridad entre ellos. El extraño allí, parado en la entrada...era yo. -Amo a los gatos...y ellos a mí.- Murmuró sin dejar de observar la amplia estancia y sin interrumpir las caricias al minino, que ronroneaba. Tocó, cual una suave referencia de asombro, la brillante madera de los pasamanos. Su nariz olfateaba el aire. Sonrió, cerrando los ojos. -Este aroma me es familiar...y grato.- Dijo. En aquel momento sus palabras no me sobresaltaron. Tiempo después las recordaría. -¿Cuál es tu estudio, dónde creas a ... tus personajes?- Me interrogó. Yo aún estaba atontado. Sabía que tenía que reaccionar y preguntar un montón de cosas, pero no podía. Las palabras me ahogaban. La atmósfera se tornaba cada vez más irreal... Giré lentamente hacia el amplio living. Detrás de mí sonaron sus pasos, siguiéndome. No tenía, ni debía sentirme obligado con él. Estaba permitiendo el ingreso a mi casa a un completo extraño, alguien que llegó hasta mi umbral (...y mi vida.), de improviso. Pero no tenía miedo. Una rara familiaridad flotaba entre él y yo. Curly seguía ronroneando entre sus brazos. Pasamos a la biblioteca y nos detuvimos frente a los altos estantes que se empotraban a la pared. Cientos de libros dormían sus sueños de fantasía e historias reales, de poemas, ensayos y novelas. El gato saltó suavemente hasta el escritorio. Esquivando bolígrafos, lápices, la pantalla de la computadora, dos retratos y una botella de coñac, que todas las noches me acompañaba a través de mis mundos, fuera de este mundo... -Excelente. Es un ambiente ideal...- Habló de nuevo Marcus. Se deslizó hasta tocar con sus manos reverenciosamente los libros en los estantes. Cerró otra vez sus ojos. Se notaba que estaba disfrutando del momento. Como si toda su vida se hubiese preparado para esto, como si el hecho de que yo aceptara su propuesta, no importara demasiado. -¿Qué escribes...?- Dijo ahora. Observando sobre el escritorio, unos papeles llenos de frases a medio terminar y otras tachonadas. Con la premura y el celo de un artista, me dispuse a tomar esos borradores y...(aún no sé porqué), le relaté una sinopsis de mi futuro cuento, ése que daría pié a otros, quizás más tenebrosos, de una serie que hubiese dado en llamar: "Antes de la medianoche..." -¿Se lo leo...?- Pregunté ahora yo, casi hipnotizado por la firmeza de esa mirada que, sí, parecía estar seguro de que lo mío en literatura, era muy interesante y bien escrito. Además, si la intención era aceptar aquella extraña propuesta, él debería conocer cuál era el estilo que mejor manejaba yo. -Trata sobre un escritor, el cual, llegado al ocaso de su vida...-Comencé a leerle.-...toma la decisión, quizás absurda y temeraria, de invocar a un ángel a través de antiguos conjuros cabalísticos, para que le ayuden a triunfar en esta larga y dificultosa tarea de escribir...- Mientras mi voz retumbaba en la silenciosa sala, una de sus manos acariciaba a Curly, seductor y ajeno a casi todo, la otra salió del bolsillo izquierdo de su chaqueta y depositó una extraña medalla plateada frente a mis ojos...que empezaron a parpadear y a agrandarse. -Lamentablemente...- Proseguí leyendo y mirando alternativamente aquel extraño amuleto.-...el viejo escritor mezcló las fórmulas del conjuro secreto y a su casa se presentó un demonio, dispuesto a robarle su identidad para seguir escribiendo, pero...eso sí...únicamente manuscritos de horror y sangrientos, desde el más allá...- Cuando levanté la vista para centrar mi atención en él y en ese pequeño medallón, sólo alcancé a ver...(y sentir...) cómo su mano derecha quebraba de un golpe seco e impiadoso, el cuello de mi gato. Marcus sonrió y una hilera de dientes afilados, filosos y amarillentos decoraban su boca...la carcajada me hizo estremecer. El espanto sacudió mi gastado corazón. Los médicos que llegaron hasta aquí, cuarenta y ocho horas después, cuando el hedor de mi cadáver inundó la calle, certificaron que fue un infarto… A Curly no lo hallaron hasta una semana después, lleno de gusanos, entre algunos trastos viejos en el desván. Ningún vecino dijo haber visto a nadie, ni a Marcus, el extraño visitante que venía a proponerme el éxito. Termino de escribir este relato y vuelvo a habitar las sombras, es el único refugio que tengo de aquí en más, luego de tratar de invocar a fuerzas que no se pueden controlar... Al fin y al cabo, terminé escribiendo para él y para ti...que lees.

Y EDUARDO CONTESTA.


La Reina de corazones lleva la corona "ladeá" y va de un lugar a otro con la falda arremangada, excitada y feliz porque ha recibido contestación a su llamada. Se ha bajado a la bodega y allí ha pedido un refresco (hace un calor de mil diablos) el Asesino de Morfeo la mira condescendiente mientras dice que sí, que Eduardo Sosa escribe muy bien, mientras le mete una calada a su cigarro que lo deja tiritando. La Signorina Pirandello, hermosa y altiva, sonríe con suficiencia y opina que ella le repasaría un poco el relato y sería posible que fuera un ganador de concurso. El Pringao del barrio, repanchigado en el sillón y con una media sonrisa, dice que él le pondría unos cuantos globos (así les llamamos a las correcciones que nos hacemos los miembros del Corral).
El caso es que a todos les ha gustado, y mucho, la historia que nos ha contado Eduardo, así que, por unanimidad, deciden colgarla en COLABORACIONES, para que todo el mundo pueda disfrutarla, y comentarla, que para eso, el que quiera, puede hacerlo directamente en nuestro blog. Sin censura y con respeto a la ilusión que todos ponemos en esto de escribir.
Como cualquiera puede corregirme aquí mismo lo que le parezca procedente (Esa coma está mal puesta, valiente bazofia nos has metido, reina de las escobas,  (yo os doy permiso para decirme lo mal que escribo, que de todo hay en la viña del Señor) etc.