CRUDA LUZ DEL INVIERNO
Cogidos del brazo caminamos, una vez más, por el sendero.
A los lados, la nieve amontonada y sucia, se derrite lenta.
Fuera del camino, todo el campo es de un blanco azulado
y un sol tímido y frío da al paisaje, una pálida luz de candileja.
Treinta años paseando por el mismo camino. Todos los días.
Y esta cruda luz del invierno, nos encanece el alma
y nos lacera las ilusiones, ahora ya en el ocaso,
con esa gélida espada infatigable que es el tiempo.
¡Ah! Cómo desearíamos, que los años olvidaran su crueldad,
y nos hicieran volver a la fértil inocencia del estío.
A los días en que el amor y la vida comenzaban,
y la rama dorada descansaba en nuestras manos.
Pero aunque nos siga mandando su implacable cosecha
Y las rosas de oro no ceñirán de nuevo nuestras sienes,
El tiempo aquel, el que habitamos en nuestro paraíso,
seguirá viviendo en nosotros para siempre.
Precioso poema. Me ha encantado.
ResponderEliminarLindo poema que alimenta la nostalgia y se detiene en ella. Son estilos, o personalidades, o recreaciones literarias que buscan en la vejez la añoranza. No es mi caso. Claro que aún me falta para eso que se llama "edad de oro"" (como las tarjetas de la RENFE), pero sí he llegado a esa otra en que las canas aparecen. Mas he aprendido a seleccionar los recuerdos grabados como un vídeo y escojo siempre los preferidos, actualizándolos para revivirlos. Así que no me hace ninguna falta la nostalgia, ni pensar que tiempos pasados fueron mejores... ¡Ni hablar! Con lo que nos queda por bailar Bueno, a mí, por piar. Pero dulce gatito: me ha encantado tu poema, y he visto a la perfección el paisaje que dibujas.
ResponderEliminar