Cascada
de estrellas, cuando llegas,
con
viento coreado de canciones,
que
al viejo dolor adelgaza.
El
silencio amoroso se tiñe,
de
besos encendidos como brasas,
liando
las pasiones que se desatan.
El
severo sufrimiento se ablanda,
cuado
mi cuerpo, desramado en el tuyo,
se
confina tu regazo de rosas.
La
ternura mojada de caricias se desborda,
tus
besos codiciosos borran mis palabras,
y
tu risa donosa mi tristeza tapa.
Como un
relámpago de espumas,
tú
caliente dulzura, derrite
los
hielos de invierno, de mi morada.
Mi
cuerpo ebrio se diluye
entre
tus brazos de ala de alondra,
enredándose
entre plumas blancas.
Tú
aroma de pan crujiente,
me
persiguen hasta mi sueño de espiga ,
donde
se abre como semillas doradas.
Luego, cuando
te alejas en la noche,
me
quedo vestida de besos
y de
caricias destapada.
Al
mirar por la ventana
el sol
calienta mi cara
¡un
pajarillo se espanta!
En la
calle sigue la risa
la
montaña esta nevada
en los
jardines hay flores
la
primavera avanza.
Una
canción lejana
entristece
el remoto recuerdo,
de la
noche de azahares
que
murieron con el miedo.
En las
sienes de nieves ocultas
martillean
los pesares,
los
suspiros se agotan
el
corazón se estremece.
Están
cansados los caminos
no hay
retroceso ni salida,
buscando
a tientas los sueños
de la
furtiva risa.
El
silencio quieto esta
en el
recuerdo descarnado
que
impaciente se agota
al
mirar por la ventana.
Ambos poemas han sido enviados por Dafne.
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