lunes, 12 de agosto de 2013

RESEÑA DE CONCURSOS LITERARIOS, Y LA MADRE QUE LOS PARIÓ.

Voy a empezar a contaros mi peregrinación por algunos de los concursos en los que, vía Internet, he participado. No sé si sabréis que soy novata en estas lides, pero tengo cuatro ejemplos que relataros y hoy... ¡Tachán! Le ha tocado la vez al tercer concurso de relatos breves “El folio en blanco”
Participé y perdí. Tengo que ser sincera, me come un poquito el rencor de que mi escrito esté de nuevo en la papelera del anonimato, mi ego se resiente. Bueno, pues no es eso lo que más me molesta; más o menos tengo asumido que hay mucha gente que escribe mejor que yo.
De vez en cuando me sumerjo en el ordenador buscando un concurso literario, descarto los de premios millonarios de novelas (hay que ser realistas y, tonterías, las justas) y suelo centrarme en los de relatos más o menos breves. De pronto me encuentro con el que nos ocupa, patrocinado por Carmen y Gervasio Posadas... “Bien, este es interesante” pensé. El premio no es gran cosa: les va a salir barata la propaganda: una matrícula en su escuela de escritores o cincuenta euros en libros para retirar del FNAC. “Menos da una piedra” seguí pensando (yo soy así, maltrato a mis neuronas); cogí mi propio folio en blanco con la esperanza de que una escritora profesional, como doña Carmen, valorara y respetara el esfuerzo de sus congéneres.
No tuve ninguna complicación para concursar, dejé mi relato, tierno y recién parido, en brazos extraños. Poco tiempo, apenas quince días para saber el fallo del jurado presidido por la Posadas.
Silencio frío en torno al concurso... ¿Cuántos más se habrán presentado? ¿Cuántos desesperados soñarán con ganar unos libros o una beca en la prestigiosa escuela de escritores “Yo quiero escribir”?
Y la glamurosa Carmen Posadas advierte: si quieres enterarte de lo que ha pasado con tu cuartilla, busca, busca, busca... que yo no pienso molestarme.
Tanta belleza, tanta elegancia podrían derramarse en la forma de tratar a los concursantes. Ellos, los patrocinadores, te exigen que el escrito sea virgen en letra impresa y en Internet, se conoce que a los jueces de los concursos les gusta violar a jovencitos folios en blanco por una módica cantidad de dinero y luego dejarlos tirados en la cuneta o en el triturador de papel internauta sin un mal “ha sido un placer pisotear tus sueños”.
Como actuales señores feudales ejercen el derecho de pernada; se valen de las necesidades de los muchos escritores hambrientos de reconocimiento para publicitar su escuela de escritores.
Con lo fácil que hubiera sido disimular un poquito, dar una palmadita en la espalda, vía cursor, a todos lo que se han acercado a su puerta. De verdad que, entre compañeros, está fea tanta grosera indiferencia.

Con lo mona y estilosa que parece usted en las fotos, doña Carmen.

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