EL ENCANTO DE LA PALABRA
Don
Herminio Del Peral y Briones carraspeó ruidosamente y echando agua de la
botella de plástico al vaso de duralex que tenía sobre la mesa, miró con
indiferencia a su auditorio, más pendiente de las palabras de presentación que
de él estaba haciendo Don Orencio Basáñez, vicepresidente de la “Sociedad
Ornitológica El Mirlo Blanco”, que de la variopinta concurrencia.
Don Herminio Del Peral y Briones se disponía
a desarrollar el tema: “El cambio de pluma en las aves de corral”, y para
ilustrarse sobre el tema habían acudido a la sala ocho oyentes, entre los
cuales había una pareja de unos sesenta años, muy encorbatado él y con un
ostentoso abrigo de pieles y enjoyada ella. Cualquiera podría darse cuenta de que
eran alguna autoridad municipal, en comisión de servicio, y su esposa. Estaban
sentados en el centro de la primera fila de la sala. Había otra parejita
sentada en la fila del fondo, una señora con un carrito de la compra a media
carga, y otros tres individuos con pinta de ser vocales de la “Sociedad
Ornitológica El Mirlo Blanco”.
Don Herminio Del Peral y Briones, tras beber
un trago de agua de casi medio litro, comenzó su perorata.
Las aves de corral, aunque todas ellas son
aves y todas son de corral, no todas son de la misma especie y, bla, bla,
bla...
A los pocos minutos, el munícipe y su esposa
habían ido resbalando por sus sillas y estaban sentados con las posaderas
apoyadas en el borde delantero de las mismas, las piernas estiradas ligeramente
abiertas, las espaldas recostadas hacia atrás, y sus caras hacia el techo
haciendo unos ruidos nada sospechosos con la garganta.
La parejita, con la cara hacia el suelo él y
la cabeza recostada en su hombro, ella, tenían los ojos cerrados y de la boca
abierta de la chica caía un hilillo de saliva que le daba a su cara una
expresión bobalicona de felicidad.
La voz de Don Herminio, era a cada momento,
más pausada y con un tono de voz, cada vez más apagado: “El piojo aviario,
ataca a estas gallináceas causando, bla, bla, bla...
Don Orencio, el presentador, roncaba
abiertamente, y los vocales con las cabezas apoyadas en la pared de la derecha
uno, y a cada lado de una columna, los otros dos, hacía rato que estaban en el
limbo, mientras la señora del carrito estaba caída de costado, ocupando tres
sillas con su cuerpo estirado.
Al final, Don Herminio incapaz de sostener
el peso de sus párpados quedó callado y con su cuerpo sentado en un equilibrio
inverosímil.
Durante un buen rato la conferencia fue un
concierto de ronquidos.
De pronto, el vocal recostado en la pared
resbaló y se cayó de la silla, pero rápido de reflejos, sin duda no era la
primera vez, rompió a aplaudir de forma desaforada y al momento, los ocho
asistentes estaban aplaudiendo con furia.
Don Herminio Del Peral y Briones algo
confuso apenas pudo musitar un “Muchas gracias” y todos fueron levantándose y
saliendo de la sala lentamente.
El
Gato de Cheshire
No hay comentarios:
Publicar un comentario