Día del libro y aquí me tenéis, sumergido en el caeos de una mudanza.
Lo primero es presentarme: me llaman el Asesino de Morfeo y soy un viejo conocido de los miembros del Corral de las Palabras. Acabo de jubilarme y me ha dado por escribir. Soy una pesadilla para esta gente. Sospecho que lo de mandarme de guardián del blog no es más que una estratagema para que les deje en paz. Ellos dicen que están muy liados con su trabajo y con la nueva Antología que están preparando, que yo no tengo nada más que hacer que incordiarles, que lo del blog les supera pero que no quieren cerrarlo por los lectores que, de vez en cuando, se pasan por aquí.
Me han liado, lo reconozco. Claro que también he puesto mis condiciones: nada de censuras; si hay algo que le gusta a este viejo es una buena discusión. Que no me protesten si mis opiniones no representan a los dueños del blog. Desde ya me hago responsable de ellas y, si no están de acuerdo, pueden discutirme como cualquier otro lector del blog y, por último, que me dejen colocar esto a mi gusto.
Necesito una chimenea a punto de encenderse para los días que hielen el alma; una buena mesa con bancos corridos para tertulias con los amigos que quieran pasarse por aquí. De la bodega, el pan, el jamón y el queso, me encargo yo a cambio de que me corrijan mis manojos de comas desparramadas por el texto sin ton ni son. Y un par de butacones frente a la chimenea, para cuando la ocasión permita hablar de intimidades con algún visitante. Y eso es todo, espero que no me dejéis morir de aburrimiento y que, de vez en cuando, os paséis por aquí para enseñarnos ese poema que os ha salido en la noche, sin buscarlo; o ese relato que duerme en el cajón esperando un buen concurso para presentarlo.
Esto es el rincón de los juntaletras inéditos y novatos; tengáis la edad que tengáis, este viejo entusiasta, mal hablado y rezongón os está esperando con un cigarro en la mano y un buen trago de vino, aunque sea un tabaco y un Rioja virtual.
Ah, y para que esto tenga un cierto barniz literario, mis cartas semanales saldrán tal cual me salen del teclado y, luego, presentaré todas las correcciones que, sobre el texto original, me hacen estos maniáticos del orden y el buen hacer. Quizás alguien meta la pata en las mismas cosas que yo y pueda servirle en sus dudas.