Cuenta la leyenda que algunos de
los integrantes del grupo ya se conocían antes de todos los tiempos, en un
lugar oscuro de Internet, que se llama El
corral de las palabras. Les llamamos “Los viejos del corral” y, de boca en
boca corrió el rumor de que se sacudieron la plumas, salieron del gallinero y
fueron en busca de nuevas experiencias.
Quizás exageran los que hablan de un resurgir
de sus cenizas cual aves fénix, pero lo cierto es que llegaron a posarse, con
apariencia humana, en un concurso para relatos breves. Majestuosos, se
acercaron a relatos ajenos y se mezclaron con los pobres mendigantes de
reconocimiento; leyeron sus trabajos, los comentaron, compartieron sus
conocimientos y, por qué no decirlo, sus ganas de cachondeo.
El concurso en cuestión tenía un amplio periodo de aceptación de
trabajos. Durante largos meses, aprendices y maestros a la hora de escribir,
esperaban el veredicto que les permitiera ver su relato en un libro antológico
y, mientras, empezaron a hablar de lo divino y de lo humano. Sentados en la
sala de espera, al final se hicieron amigos. Perfectos desconocidos, sin
referencias de aspecto físico y de vivencias compartidas. Amigos unidos por las
palabras.
Queremos que vosotros, los nuevos amigos del blog, leáis los relatos
que nos acercaron, en el Génesis. Y, quién sabe, quizás esto sea también el
comienzo de una hermosa amistad.
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